Historia de la Ingeniería de la Organización

El concepto de Ingeniería de Organización se encuentra fuertemente vinculado al de Organización Industrial, siendo aún mayor esta vinculación al remontarnos a sus orígenes. En esos momentos quizás el concepto de Organización Industrial se pueda adaptar mejor debido a que los esfuerzos se centran exclusivamente en racionalizar los procesos productivos. No será hasta finales del siglo XX que una perspectiva de visión más amplia hace que la denominación Ingeniería de Organización se adapte mejor a los procesos de racionalización que el hombre afronta en el diseño, organización, operación y gestión de sus organizaciones.

Desde el principio las cuestiones básicas sobre qué, cómo, dónde y cuánto producir han estado siempre patentes en la actividad productiva organizada del hombre. Sin embargo, fue a consecuencia de la Revolución Industrial que tales decisiones comenzaron a tener una complejidad y una repercusión tales que requerían técnicas y métodos específicos para su estudio. En los cien años cubiertos desde finales del siglo XVIII a finales del XIX comenzaron a aparecer los primeros pensadores, tales como Adam Smith 1723-1790, Charles Babbage 1792-1871. Fueron planteamientos teóricos sobre la Organización Industrial y en especial, sobre los beneficios de la división y especialización del trabajo y el uso de herramientas y utillajes. Sin embargo, se debe considerar los finales del siglo XIX como el inicio en la aplicación del método científico basado en la observación, medición y experimentación sistemática para confirmar o descartar hipótesis sobre las características de los procesos analizados. En un principio estas actividades fueron llevadas a cabo por los propios ingenieros mecánicos e iban encaminadas a la mejora del sistema productivo. Entre los primeros estudios prácticos que se conocen destacan los de Mattew Boulton y James Watt Jr. (hijo del inventor de la máquina de vapor), los cuales realizaron investigaciones sobre nuevas formas de organización en su fundición del Soho londinense.

En aquella misma época el francés Maurice Leblanc y el americano Eli Whitney llevaron a la práctica la idea de desarrollar maquinaria de fabricación que, si bien requería una inversión previa, permitía la fabricación de grandes series con costes directos unitarios mucho más reducidos y que permitían amortizar el coste de la maquinaria. La fabricación en masa de productos complejos que se fabricaban por partes que luego se montaban trajo consigo el desarrollo de la normalización. En este aspecto Henri Ford revolucionó la actividad del montaje con la introducción del concepto de línea o cadena, en la cual los obreros permanecían fijos y el producto se desplazaba de forma más o menos continua usando un sistema de manejo de materiales apropiado.

Sin embargo, el hito más significativo en el nacimiento de la Organización Industrial fue la publicación en 1903, por Frederick W. Taylor, del artículo titulado Shop Management. A pesar de las múltiples críticas recibidas, y teniendo en cuenta el contexto de su época, hay que reconocer el mérito de plantear y defender un acercamiento científico al problema de la gestión de la producción. Incluso, se puede argumentar que la contribución más importante de Taylor fue el señalar que en una organización productiva interesa que algunas personas se dediquen, no a realizar operaciones, sino a estudiar la forma más adecuada en que otros las realizan.

Los problemas abordados por Taylor fueron muy diversos, incluyendo:

  • Estudio de métodos.
  • Estudio de tiempos.
  • Estandarización de herramientas.
  • Departamento de planificación.
  • Tarjetas para instrucciones a operarios.
  • Sistema de clasificación de piezas y productos.
  • Sistema de rutas.
  • Método de estimación de costes.
  • Selección de personal en relación con el puesto de trabajo.
  • Incentivos.
  • Medida de la productividad.


El enfoque «taylorista» (analítico, reduccionista y mecanicista) tuvo su continuación en estudios y trabajos posteriores entre los que destacaron los del matrimonio Gilbreth (Frank B. y su esposa Lillian E. Moller), que planteaban la subdivisión de cada tarea en elementos fundamentales para estudiarlos independientemente, así como en conjunción, buscando eliminar aquellos que fueran innecesarios o antieconómicos. La síntesis de los elementos que quedaban, generarían el nuevo método. Otra contribución relevante la realizó por esa misma época Charles Bedaux, quien normalizó la medida del tiempo necesario con relación al minuto tipo, considerando incluidos en éste los descansos necesarios. Importantes fueron también los trabajos de Henri L. Gantt, al que se deben los diagramas de barras que aún hoy se utilizan en la programación de producción, secuenciación de tareas y gestión de proyectos.

La primera agrupación profesional orientada a la práctica y el desarrollo de la Organización Industrial se creó en 1915 (año de la muerte de Taylor) con el nombre de Taylor Society. Para finales de la segunda década de este siglo, las ideas de Taylor y sus seguidores, conocidas con el nombre genérico de Scientific Management fueron ampliamente conocidas y debatidas en todo el mundo industrial.

En el desarrollo posterior a Taylor se distinguieron dos líneas de progreso. Por un lado, se intentaron desarrollar métodos para el estudio de procesos complejos mediante una sistematización y ordenación de los elementos del problema, dando lugar a procedimientos de análisis que permitieran una valoración aproximada de las consecuencias de las posibles alternativas. Por otro lado, se introdujeron los modelos matemáticos para el tratamiento de ciertos problemas susceptibles de ser formulados en estos términos.

Respecto al primer punto, la década de los años treinta trajo consigo un nuevo interés en los estudios de métodos y tiempos, que se puede explicar por varias razones:

  • Situación crítica de la economía mundial y, en particular, de la norteamericana, lo cual elevaba el interés de los métodos que permitan reducir costes.
  • Toma de conciencia por parte de los trabajadores de los problemas económicos que afectaban a la industria y su papel en la resolución de parte de los mismos.
  • Desaparición de una cierta visión de los estudios de métodos y tiempos como contrapuestos entre sí
  • Dentro de esta consideración conjunta de los diferentes aspectos que afectaban a la productividad, se integró dentro del estudio de métodos y tiempos, el diseño de la distribución en planta. El nexo de unión entre ambos se plasmó en las representaciones analógicas del tipo diagrama de recorridos. Otro avance correspondió a la introducción, a mediados de la década de los treinta en Inglaterra, por Tippett de las técnicas de muestreo para el estudio de los periodos de actividad y descanso sin la necesidad de emplear el cronometraje directo.

Hasta esos momentos, la mayoría de los estudios tenían la finalidad de corregir las ineficiencias existentes. Con el fin de diseñar nuevos métodos para procesos no existentes sobre los que no se tuvieran datos concretos se planteaba la creación de sistemas predeterminados de tiempos normalizados para elementos básicos de operaciones, que serían luego combinados para obtener tiempos normales de tareas completas. En este sentido y a instancias de la Westinghouse Electric Co., se inició una larga investigación en 1940 dirigida por Harold B. Maynard (y en la que participaron G.J. Stegemerten y J.L. Schwab), la cual finalmente en 1948 dio lugar al sistema MTM (Methods Time Measurement), el cual tuvo inmediatamente una gran aceptación.

Respecto al segundo enfoque, el uso de modelos matemáticos, destaca la fórmula del lote económico o fórmula de Wilson, obtenida por F.W. Harris en 1915, como solución analítica del problema de cálculo del tamaño del lote considerando costes de lanzamiento y costes de mantenimiento. La simplicidad y elegancia de esta fórmula estimuló el tratamiento matemático de otros problemas de organización de la producción. Otro de los campos que tuvieron un desarrollo matemático temprano fue el correspondiente al uso de métodos estadísticos para el control de calidad de los productos fabricados. En 1912 T.C. Fry publicó Probability and its Engineering Uses y más tarde, en 1931, W. Shewart publicó su obra Economic Control of Quality of Manufactured Products, donde se incluían las primeras descripciones de los gráficos de control estadístico de calidad.

Sin embargo, fue el esfuerzo bélico asociado a la Segunda Guerra Mundial cuando se produjo el gran impulso en el empleo de modelos matemáticos para resolver cuestiones complejas de tipo logístico y estratégico. Los tiempos de guerra han constituido siempre un estímulo para desarrollar nuevas tecnologías y mejorar los métodos existentes. Los grupos de investigación operativa que apareciron en ambos bandos se concentraron en resolver gran cantidad de nuevos problemas haciendo uso de las técnicas clásicas y desarrollando nuevos métodos matemáticos, de modelado, de análisis de sistemas, de simulación, etc. Cuando, una vez acabada la guerra, estos científicos e ingenieros se incorporaron a la vida civil no sólo llevaron con ellos esas nuevas técnicas y herramientas de trabajo sino algo que a la larga resultó aún más decisivo: una voluntad renovada de resolver los problemas, vía análisis, recogida de datos, modelización y optimización. Así surgieron la programación lineal, la teoría de juegos, la cibernética, la teoría de la información, la programación dinámica, etc. El efecto de estas técnicas cuantitativas sobre la organización de la producción fue inmediato y aún perdura en nuestros días. La planificación y el control de la producción, la distribución física, la gestión de aprovisionamientos, etc. fueron potenciados de una manera sin precedentes. Para entonces, la Ingeniería de Organización Industrial era ya una disciplina consolidada, totalmente independiente de la Ingeniería Mecánica. Y en las universidades de EE.UU. se estudiaba como una especialidad propia bajo el nombre de Industrial Engineering.

A partir de este punto, la aparición del ordenador y el progresivo aumento de su capacidad de cálculo potenciaron el uso extensivo e intensivo de los modelos matemáticos, capaces de resolver problemas de gran escala así como problemas de decisión en tiempo real. Se entró en un bucle de realimentación positivo en el que la disponibilidad de datos permitía modelos más sofisticados, los cuales a su vez exigían cada vez más información y de más calidad. Los consumidores se sofisticaban y no sólo pensaban en el coste sino también en la calidad y en la variedad. Los tiempos de respuesta a los problemas se hacían más cortos como resultado de los acortamientos de los ciclos de vida de los productos. La competencia se intensificaba y se aceleraba, y al mismo tiempo se extendía a escala global. La gestión de las operaciones productivas se integraban con los aprovisionamientos y la distribución formando una cadena de suministro que enlazaba a los diferentes centros de la empresa con los proveedores y los clientes. Las decisiones de siempre de qué, cómo, dónde, cuándo y cuánto fabricar seguían requiriendo respuesta sólo que, con el aumento de la escala y la complejidad de los sistemas productivos, ya no era tolerable el error o la lentitud. Así se llegaba al mundo actual.

En ese contexto, exigente, caótico e incierto es en el que desenvuelve la actividad de Organización Industrial hoy en día, está en juego la propia supervivencia de las empresas. Las que hagan un uso más efectivo y eficiente de los recursos (humanos, financieros y tecnológicos), las que sean más ágiles explotando las oportunidades de negocio que se presenten, las que mejor jueguen sus cartas desde el punto de vista estratégico serán las que sobrevivan y crezcan. El resto serán absorbidas o desaparecerán.

Recientemente, las tareas organizativas han superado los aspectos productivos de la empresa, e incluso la propia empresa. El contexto de la logística entendida en un sentido amplio, de las telecomunicaciones, de la gestión de la información, de la gestión de los recursos energéticos, de la gestión de los recursos naturales, de la preservación del medio ambiente, así como de las características específicas de los sistemas dependientes de la Administración, son analizados y abordados desde la perspectiva de la Ingeniería de Organización.

Estamos convencidos de que la Ingeniería de Organización y los profesionales que en ella trabajan, tanto si son ingenieros como procedentes de otras titulaciones, están llamados a desempeñar una labor fundamental en esa organización efectiva y eficiente de las operaciones que tiene lugar en las Organizaciones y que se ha mencionado como crítica.

El desarrollo académico de la Ingeniería de la Organización en España


La Ingeniería de Organización avanzó en España de la mano de la Ingeniería Industrial en sus inicios. Al principio como una serie de materias que eran impartidas dentro de la Ingeniería Industrial, posteriormente como una especialidad de la propia Ingeniería Industrial y, finalmente y sin perder la perspectiva de especialidad de la Ingeniería Industrial, como titulación propia de segundo ciclo. A continuación, citamos aquellos aspectos que consideramos más relevante en la fragua de los que hoy conocemos como Ingeniería de Organización en nuestro país.

El punto de partida podría situarse en el año 1774 cuando se puso en marcha el Seminario Patriótico de Vergara por parte de la Sociedad Vascongada de Amigos del País. Este evento pudo ser, por la orientación dada a las enseñanzas, el origen de la Carrera de Ingeniero Industrial. Así, con carácter de novedad comenzaron a impartirse las enseñanzas de Física, Química y Metalurgia.

Sin embargo, los primeros referentes de la Ingeniería Industrial, a nivel institucional, se encuentran en el Real Instituto Industrial, que fuera creado en 1850 a partir del Real Conservatorio de Artes, y que habría de servir como elemento de transición entre los orígenes de la Ingeniería Civil, en la Ilustración, y la propia titulación de Ingeniero Industrial. Si bien estamos obligados a citar diferentes procesos previos que ayudaron a diseminar la idea de la necesidad de canalizar los estudios de Ingeniero Industrial mediante escuelas técnicas. Tal es el ejemplo de la Escola de Maquinaria Práctica i Mecánica en 1808, que fue promovida por la Junta de Comercio en Barcelona y que subsistió cerca de 40 años. Del mismo modo en 1827, la Sociedad Económica estableció en Valencia un centro de características similares al Conservatorio de Artes, el cual promovió la creación de otros centros en Oviedo, Sevilla, Zaragoza, Cádiz, Murcia, Badajoz y Burgos.

Todo ello ayudó a generar las condiciones que permitieron que en 1850 se aprobara el primer plan Orgánico de Enseñanza Industrial en todos sus grados, creándose el título de Ingeniero Industrial. Las enseñanzas se organizaron en tres grados: elemental, impartido en los institutos de primera clase; de ampliación, que se podía obtener en las Escuelas Industriales de Barcelona, Sevilla y Vergara; y superior que solo se podía alcanzar cursandolo en el Real Instituto Industrial de Madrid. A partir de la Ley de Instrucción Pública de 10 de Septiembre de 1857 del ministro Moyano se pasó a impartir el grado superior también en las escuelas de Barcelona, Sevilla, Valencia, Vergara y Gijón.

La falta de impulso industrial en la España decimonónica condujo a la clausura de todos los centros a excepción del de Barcelona. Posteriormente se abrieron en 1899 la Escuela de Bilbao (heredera de la de Vergara),a al vez que se reabrió en 1901 la de Madrid, siendo estas tres las únicas escuelas técnicas para los estudios de Ingeniería Industrial durante un largo periodo.

Posteriormente, en la década de los sesenta se reabrirían las escuelas de Sevilla y Valencia. Así, la Escuela Superior de Ingenieros de Sevilla se volvió a poner en marcha en Diciembre de 1963, por el Decreto Ley 3608/63 bajo el patrocinio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En Julio de 1965 se produjo la primera visita de expertos de dicha organización a Sevilla para tratar del nuevo plan de estudios a impartir en la Escuela. El plan de estudios «OCDE» fue aprobado en Julio de 1967.

Las obras de construcción del edificio comenzaron en Agosto de 1965, iniciándose las actividades docentes en el pabellón L-1 un año más tarde, en Septiembre de 1966. La Escuela se inauguró oficialmente en Abril de 1967, siendo D. José Mª. de Amores Jiménez el primer Director de la Escuela.

Respecto a los estudios en las escuelas de ingenieros, hay que señalar que en los primeros inicios éstos se circunscribían, únicamente, a las especialidades de mecánica y química, llegando posteriormente en 1907 la especialidad de electricidad. Y finalmente en 1964 la de Organización Industrial, esta sí claramente vinculada a la Ingeniería de Organización.

Sin embargo, desde sus inicios la Ingeniería Industrial contó con la impartición de materias que se podría decir formaban parte de los contenidos de lo que hoy podemos denominar Ingeniería de Organización. Tal era el caso de las asignaturas de «Economía Política con Aplicación a la Industria» y «Legislación Industrial», presentes ya en el Plan de Estudios oficial de la Ley Moyano.

Si bien en el Plan de Estudios de 1947 todavía no existía la especialidad de Organización Industrial, sí se creo la Cátedra de Economía, Organización y Legislación, que impartía las asignaturas de «Economía Política y Teórica y Aplicada», «Sanidad e Higiene Industrial y Psicotecnia Laboral», «Estructura Económica de España en relación con la Mundial», «Economía de las Empresas y de la Producción», «Organización y Contabilidad de Empresas Industriales» y «Derecho Administrativo, Industrial y del Trabajo», todas ellas en sexto curso.

Posteriormente en el Plan de Estudios de 1957 se desdobló la anterior Cátedra en las de Administración y Organización, y Economía. Se impartían «Teoría, Estructuras e Instituciones Económicas» y «Seguridad Industrial y Psicotecnia» en cuarto curso como asignaturas comunes; «Administración de Empresas y Dirección de la Producción» en quinto curso también como materia común; y «Planificación y Organización de Talleres» pero solo para la especialidad de Mecánica.

Como se ha indicado, en el Plan de Estudios de 1964 se creó por fin la especialidad de Organización Industrial, desdoblándose para ello la Cátedra de Administración y Organización en las de Administración de Empresas y Organización de la Producción, y manteniéndose la Cátedra de Economía.

A lo largo de esta época, los temas asociados a la Ingeniería de Organización habían venido cobrando fuerza paulatinamente en la sociedad en general y en la empresa en particular, debido en gran parte al incremento de la competitividad y la necesidad de nuevos enfoques de gestión. Así, tanto la especialidad de Organización Industrial como las materias propias de Ingeniería de Organización que se impartían en otras especialidades se vieron reforzadas. Si bien posteriormente el Plan de estudios de 1983 modifico ciertos nombres de algunas asignaturas, podemos afirmar que en la especialidad de Organización en el Plan de 1964 se enseñaba a lo largo de tres cursos los contenidos de «Teoría e Instituciones Económicas», «Teoría Económica de la Empresa», «Organización de la Producción», «Investigación Operativa I», «Psicosociología y Derecho», «Administración de Empresas», Integración de la Información», «Mercados» e «Investigación Operativa II».

A partir de estos instantes la impartición de contenidos propios de la Ingeniería de Organización ya fue una constante no solo en las distintas especialidades de la Ingeniería Industrial, sino también en el conjunto de todas las titulaciones superiores de Ingeniería. Finalmente, con fecha del 26 de Octubre de 1993 (Decreto 157/1993 del 5 de Octubre de 1993, por el que se aprobó el Catálogo de Títulos Universitarios Oficiales de las Universidades Andaluzas, BOJA de 26 de Octubre), se asignaron a la Escuela Superior de Ingenieros de Sevilla las titulaciones de Ingeniero Industrial e Ingeniero de Telecomunicación que ya venía impartiendo. Así sucedió también con las más recientes titulaciones de Ingeniero Químico, Ingeniero en Automática y Electrónica Industrial, Ingeniero en Electrónica, y, al fin, Ingeniero de Organización Industrial, titulación de segundo ciclo que recoge una gran parte del amplio abanico de contenidos con los que hoy en día se identifica a la Ingeniería de Organización. Por último, la titulación de Ingeniero Aeronáutico ha comenzado a impartirse en el curso 2002/03.

Sin embargo y pese a no haber alcanzado todavía la fase de madurez en estos nuevos planes de estudios, vuelve a proponerse una importante reforma en el sector educativo universitario. El proceso se inició el 25 de mayo de 1998, cuando los Ministros de Educación de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido firmaron en la Sorbona una Declaración instando al desarrollo de un «Espacio Europeo de Educación Superior». Tras ello, llegó la más conocida Declaración de Bolonia el 19 de junio de 1999, que tuvo una mayor participación y que ha sido suscrita por 29 Estados europeos incluyendo a países de la UE, del Espacio Europeo de Libre Comercio y países del este y centro de Europa.

En la Declaración de Bolonia se sientan las bases para la construcción de un «Espacio Europeo de Enseñanza Superior», organizado conforme a ciertos principios, (calidad, movilidad, diversidad, competitividad), y orientado hacia la consecución de dos objetivos estratégicos: el incremento del empleo en la Unión Europea y la conversión del sistema Europea de Formación Superior en un polo de atracción para estudiantes y profesores de otras partes del mundo.

Bolonia, significa cambios drásticos e importantes en la concepción actual del Sistema Universitario. Sin duda, aquí se abre un nuevo reto para la Ingeniería de Organización, su presencia en los nuevos planes de estudio, tanto en el del Ingeniero Industrial como en el específico del Ingeniero de Organización Industrial debe ser decisiva. Ante los nuevos planes de estudios, la Ingeniería de Organización deberá saber recoger su importante legado histórico y refundirlo con las nuevas tecnologías presentes en la Sociedad de la Información con el fin de contribuir a ofrecer la nueva perspectiva del Ingeniero del futuro.